Tinta China

a Siru

Nació muda y con una lágrima pegadita en la pupila. Su belleza era única y ningún ser humano, aparte de su madre, la tocó jamás.
Al nacer alguno de esos con título de "verdades absolutas" dijo que había algo especial en ella...
No sabemos bien que es pero estamos trabajando en ello. Mantengala aislada mientras investigamos. Decretó mientras recetaba una dosis de miedo antes del desayuno por tiempo indefinido.
La madre hizo caso al pie de la letra. Y metió a la niña en una cápsula con aroma a rosas.
Peperina ama la música. La escucha en sueños. Gusta componer la propia sentada junto a la lámpara del techo.
Su propia sangre sirve de tinta: con cada atardecer, siente como baja el efecto de la medicación dejando lugar a su necesidad de ser parte del mundo.
Con la puesta de sol, ella comienza a elevarse al tiempo que rota y acomoda cada partecita de su femenino y casto cuerpo, en lo alto de su cuarto.
Allí, al reves del mundo, las palabras le suenan desde el dedo índice hasta llenar de música la habitación.

Su lágrima se despega y la recorre.

Pasado el trance le basta abrir la ventana y soplar suavecito para que las palabras vuelen hasta los oídos de sus amantes.
Quienes al recibir la majestuosa melodía, suspiran mientras buscan desesperados algún beso, cualquier beso y en lo posible húmedo... donde dormirse sin miedo.